Las cartas del tarot son espejos que reflejan el mundo interno y externo del consultante, permitiendo observar, reconocer y sanar nuestra historia y sentirnos en mayor sintonía con nuestra alma.

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En este contexto el tarotista es un facilitador de un proceso terapéutico que comparte información relevante para el crecimiento de la persona en todos los niveles (mental, emocional, espiritual, físico) para que pueda tomar conciencia de si misma y de su presente y desde ese lugar abrir nuevas posibilidades hacia su bienestar. 

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La predicción no tiene un rol importante en este enfoque, lo central es el presente, los miedos, lo que no fluye,  los asuntos no resueltos, los apegos, lo que no queremos o no podemos ver en nosotros mismos, eso que no podemos descifrar, lo que quedo entrampado en nuestro inconsciente y nuestro pasado.

 

El tarot se presenta como una brújula para guiarnos en la densidad del bosque, en las profundidades del océano o en la belleza de un sendero en un lugar soñado; es una orientación en nuestro camino cuando hemos perdido el rumbo o no comprendemos el presente